Rápidamente y tratando de ejemplificar lo “inejemplificable”: Conocemos a alguien, comienza la curiosidad, se establece la complicidad, se afianza la atracción y comienza la dependencia.
¿Por qué no sigo? Por miedo al compromiso es una posible respuesta, o por miedo a la dependencia otra. Sea por lo que sea, no deseo la relación.
Y tras todo ese proceso si se le puede llamar así, piensas en esa persona, la que conoces, te crea curiosidad, con la que tienes complicidad, la que te atrae y de la que comienzas a depender. Implícito en ese proceso va un detalle y es que esa persona te importa y te preocupa su sufrimiento.
Me planteo una cosa, un principio: no hacerle daño. Más fácil decirlo que hacerlo. Pero el dolor aparece y después aparece la culpa.
La culpabilidad nunca va de por libre sino que le acompañan sus amigos la duda y la inseguridad.
A veces cuando intentamos ayudar a lo mejor hacemos más mal que bien. Es en este momento que aparece la señora culpa. Ahora ya, lo que hacer con esa culpa es tu decisión.
Aprender de la culpa e intenta con todas tus fuerzas seguir adelante es mi elección.
"que en mi camino fatal
ResponderEliminaralguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja."
Tengo una amiga que dijo : "Corazón roto solo reparte trocitos", tal vez sea simplemente eso...
Así que lapida, sé feliz y sigue adeltante
:)
Nuestro mayor miedo en la vida somos nosotros mismos, miedo a desatar nuestro potencial. De brillar con luz propia, como hacen los niños.
ResponderEliminarNo hay nada inteligente en encogerse para que otros no se sientan amenazados o dañados.