Conoces la responsabilidad, conoces el fracaso, conoces la
esperanza y la ilusión y todo ello junto a esa persona. Lo realmente importante
es que además de conocerlo junto a ella, también lo compartes con ella. Y te
puedes preguntar miles de veces qué es lo que consigue que absolutamente todo
lo quieras compartir con ella, pero nunca obtendrás una sola y certera
respuesta.
Habéis construido un castillo en el que cada día acogéis una
experiencia nueva, que os complementa e ilusiona. Cada fracaso, esperanza e
ilusión la lleváis a él de manera que en cada reunión, por compleja que sea
siempre os rodeáis de esas experiencias. Son años, es una vida a su lado, en la
que no tienes constancia de alguna debilidad. Ese lazo está bien atado y jamás
te creerías capaz de dañarlo.
Además, ante
cualquier nuevo cambio en tu vida esta persona te inspira y hace recapacitar.
Compartirlo con ella te permite ser tu mismo. Porque tú mismo eres parte de
ella, y sientes, que ella misma es parte de ti.