29 de septiembre de 2010

Un agosto obligado

Hoy, no me siento responsable,
no quiero salir del bar,
que se me cruzan los cables,
y no los puedo arreglar.

La responsabilidad es un asco. Cuando pasas la menospreciada “edad del pavo” observas que ser adulto está sobrevalorado. ¿Quien no cambiaria ahora preocupaciones como hacer la lista para los Reyes Magos por hacer la lista de la compra, ir al supermercado, colocar la comida en la nevera, y lo peor de todo: cocinar dia a dia?

Nos dejamos engañar durante nuestra juventud creyendo que ser adulto significa sexo o alcohol sin dar cuentas a los padres o simplemente la independencia para gastarnos el dinero en unos tacones bonitos.

Ser adulto implica responsabilidad. Lo peor de todo de la responsabilidad no es que con ella te parezca más apetecible aquella infancia sino que conlleva consigo un problema muy temido y es que cuando cometemos errores estamos dejando que resbale de nuestras manos.

Pero no podemos escapar, la responsabilidad llega un momento en el que se queda contigo y lo que es más, o contamos con personas que nos lo hacen entender o sufrimos las consecuencias.

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